Saturday, September 05, 2009

La Cena de los Generales: la ternura del derrotado


José Luis es un tío tan sencillo y buena gente, que de vez en cuando hay que volver a ver una obra suya para recordar que también es uno de los mejores autores teatrales de la escena española. Ayer pude asistir al preestreno de La Cena de los Generales, en el Teatro Español de Madrid, y, aparte de que la obra me pareció la hostia, etc, etc, lo primero que pensé al salir fue: joder, qué envidia, cómo escribe este cabrón, qué dominio de la escena, qué personajes tan redondos, qué diálogos. José Luis es un clásico vivo, lo que pasa es que él, o no se da cuenta, o prefiere hacerse el sueco, y continúa con su sonrisa campechana, su calidez y calidad personal y su bella mujer, que le acompaña a todas partes. Si José Luis hubiese vivido en el Siglo de Oro, ahora mismo le estudiaríamos en las escuelas, pero como ha ido a caer en esta España extraña del PSOE, el PP y la SGAE, vamos a tener que esperar a que se muera para que el tiempo le haga toda la justicia que se merece.

La Cena de los Generales, que ya se estrenó en Sevilla en octubre del año pasado, cuenta una historia llena de ternura, partiendo del clásico planteamiento de acontecimiento inminente, a partir del cual se van articulando distintas situaciones. Los personajes van evolucionando de manera extraordinaria (tal y como el propio Jose Luis explica que deben hacerlo en sus seminarios de teatro), hasta el punto de que en algunos casos, como el de la cocinera jefe, se ve claramente cómo escapan de las manos del autor y deciden montárselo por su cuenta. Sancho Gracia está simplemente sublime, Juanjo Cucalón extraordinario, y junto al resto de actores, Ana Goya, Borja Luna, etc, consiguen algo muy difícil en el teatro actual: emocionarte.

Porque La Cena… es una historia de amor, de humor, de camaradería, de gestos , de miseria y de grandeza. A José Luis hasta los malos le salen buenos, todos los personajes tienen un punto de humanidad que te obliga a ponerte en su sitio y comprender sus motivos. La España destrozada de la posguerra, la estética del derrotado, la dignidad del que se resiste a capitular, la mezquindad del que lo vende todo por un plato de lentejas… Todo esto, en fin, está en La Cena…, pero hay muchos más, hay matices, detalles y guiños, hay música y hay esperpento. Para no perdérsela.