Sunday, October 16, 2005

Que vienen los negros

Lo más alucinante son los comentarios del personal. Que si podían quedarse en su puto país, que si la culpa de todo esto la tiene la televisión, porque les muestra el paraíso en la otra esquina, como diría el otro. Claro. Ven que en Occidente hay coches, y ti ndas, y gimnasios con spa y pilates, y otras gilipolleces por el estilo, no hay color, oiga, yo es que entre pisar las calles nuevamente de lo que fue N’Yamena, Abuja, Kampala o Kigali ensangrentados, o sea sabes, que me quedo con los suburbios de cualquier capital europea, ver si aquí me dan dos petit suisses, o viene el primo de zumosol que he oído decir que el desayuno es la comida más importante

Son las cosas de la globalización, que globalizar globaliza, pero sólo la publicidad, el comercio descarado, eso sí, con precios ajustados a la realidad de cada país, que, como los precios son algo ficticio que se sacan de la manga los del departamento de márketing, pues qué más da, si al fin y al cabo las Nike las cosen los hijos de estos hijos de puta desgraciados, pues que se las compren a precios locales, si es que les llega después de pagar la… ¿cómo se llama la mierda esa que comen? ¿Sopa de sémola?

Lo de poner un negrata en tu vida queda muy bien, dentro de nada hacemos unas galas en televisión para apadrinar un niño, que con sesenta euros al año le pagas la escolarización, porque en estos países asquerosos la educación cuesta menos que nada. Hay que tener la conciencia tranquila, el domingo voy a misa, y como aquí los pobres los han quitado de la puerta como medida de maquillaje (o de peeling, o, en Cervantes, exfoliación), pues hago una transferencia por internet, que es más moderno, ¿cuál era el número de cuenta de la oenegé esa?

El horror de la realidad nos llega amortiguado, atemperado por la televisión, donde tienen órdenes concretas de no mostrar las imágenes más crudas, que los niños están todo el día delante del televisor, y pobrecillos, bastante tienen con la pleiesteision como para encima ver a un negro cubierto de harapos dejándose literalmente la piel en los pinchos de una valla. Porque, claro, luego empiezan con las preguntas. Ayer por la noche mi hija quería saber por qué vienen a España. Pues hija, porque en su país no hay comida, y ven que aquí sobra. ¿Y por qué no les enviamos alimentos, y así se quedan allí? Porque no es sólo la comida, es el trabajo. ¿Y por qué no les enviamos empresas, para que les den trabajo? Pues, porque, hija, a las empresas no les interesa, porque no venden, y lo de que ellos trabajen o no, les da igual, sólo quieren vender, y cuando van a estos países es porque a esta gente les pagan muy poco, y fabrican las cosas allí, pero las venden aquí, y además los que trabajan son los niños porque cobran menos, y eso no está bien. Y mi hija asentía muy seria, y me decía: no, eso no está bien. Y su cabeza seguía dándole vueltas a esas preguntas, las mismas que yo me hacía, y para las que no pude darle ninguna respuesta seria, porque si todos nos pusiéramos serios, tendríamos que concluir que esto no funciona, que la mentira de Occidente apesta, que nos hemos tumbado a tomar el sol en un solarium construido sobre millones de cadáveres (poco o nada) exquisitos.

La realidad nos asalta, nos supera, nos viola en nuestra comodidad de estuco y cuero de primera calidad, la realidad no es un robo, es un puñetazo en el estómago, pero por suerte la percibimos a través de la televisión, y así parece menos realidad, y así nos recuerda a una peli de Michael Moore, y así la situamos en la misma categoría que los últimos estrenos, ¿has visto ya lo de Torrente?

La realidad rompe aguas, pero nunca salen de la pequeña pantalla, y asistimos al huracán Katrina, al terremoto de Pakistán, al ciclón de Guatemala, al apartheid y genocidio palestino, que ya aburren, por persistentes, a los atentados de Al Qaida, o al drama de los negros arrojados al desierto por el gobierno marroquí, con la misma elegante y estudiada indiferencia con la que comentamos lo de que la golfa de la modelo esa se mete coca, o el triunfo de Fernando Alonso, es que este chaval es la hostia, ¿eh?, y corre con Renault, ya ves tú, ni Ferrari, ni BMW, ni Mac Laren, es el triunfo de los humildes, tiene cojones.

Nos importa más que echen a una tía con cara de pie de Operación Triunfo, que expulsen por la fuerza a 1400 negratas al desierto, el Gran Desierto, donde los hombres son hombres, y sólo sobreviven los más fuertes. Y es que en eso consiste el capitalismo, después de todo, ¿no? En ignorar el dolor, como el miserable ese de barbas del PP, en mirar hacia otro lado, en tratar de sacar tajada política en cualquier situación, ya sean los jirones de piel de los subsaharianos, o el matrimonio entre homosexuales, tú legisla, que nosotros montamos la mani.

Pero hoy no quiero hablar de esos cerdos hipócritas, sino más bien de la sociedad en general que tanto les gusta, y en la que acaban de descubrir los inconfesables placeres de la democracia. Estamos encantados con nuestros ipods, la Internet de alta velocidad, nuestros cochecitos con cinco estrellas en el test Euroncap, pero siempre olvidamos que a la mayoría de la gente del planeta las únicas estrellas que le interesan son las que ven por las noches cuando se tienden a dormir a cielo raso. ¿Y todavía nos sorprendemos de que quieran venir? Pero, qué curioso, lo que les atrae no es el spa, ni la internet, ni el ipod, con lo que mola el juguetito, fíjate, porque nadie se lanza a cruzar el Estrecho montado en una nevera para tener un emepetrés que llevarse a la oreja. Lo que les atrae es simplemente el hambre, la desesperación, el frío, el camino cerrado, el pánico a las balas y a los machetes, lo que les atrae es el terror a la amputación, el miedo escénico al fusilamiento o a la horca, lo que les atrae es la repulsión de lo sórdido, la angustia de la selva devastada, la disonancia cognitiva de la ablación, de la enfermedad endémica, de la ausencia de agua potable. Lo que les llama la atención no son ni las pantallas de plasma, ni los jomcinemas, ni los teléfonos móviles con sonido real y videocámara, lo que les llama la atención es pensar que aquí, por muy mal que se encuentren, aunque tengan que trabajar sin contrato, catorce horas diarias, y cobrar una mierda, por lo menos trabajan y cobran y comen, que ya es algo, y sin el peligro añadido de que les peguen un tiro por la espalda.

¿De qué nos sorprendemos? No se puede vender a todo el mundo la moto del capitalismo y la democracia, es que lo mío es lo guay, ¿sabes?, y cuando vienen todos en masa, porque, oyess, Lobo López, me has llegado al alma, estoy toda ansiosa por ver esas cosas que tu tele me habla, resulta que no, que mira, que mejor te quedas en tu puto país, con tus dictaduras, tu tribalismo, tu animismo. Mejor apagas la tele y le preguntas otra vez al brujo de la tribu, como hacías antes, y si a las niñas les cortan el clítoris, por algo será, ¡guarras!. Que yo aquí, tengo otras cosas más importantes en qué pensar. Como, por ejemplo, el hermano de una compañera de mi trabajo, que vive en Nueva York, y que acaba de llamarla por teléfono, preocupadísimo: resulta que ha descubierto los bidés, porque en Estados Unidos no hay, y se ha pasado horas visitando tiendas on line de diseñadores (no sé si Phillippe Stark se ha metido ya en ese prometedor terreno), y vamos, que lo mismo está ya escribiendo una carta al presidente, o montando una empresa de import-export por internet. Teniendo en cuenta que en Estados Unidos fue hace no mucho una cuestión de política nacional el tamaño de las cisternas de los váteres, esto de lavarse el culo en una palangana pegada a la pared seguro que dará mucho juego. Y, con respecto a los negros… ¿qué negros?

Wednesday, June 29, 2005

Terremoto en Fraguel Rock

Resulta que al final, perdieron, amor, y muchos no acabamos de creerlo, muchos aún tememos que lo impugnen, como ya ha anunciado un tal Trillo, muchos pensamos que cuando una clase social, la suya, está tan acostumbrada a ganar en todo, difícilmente soltará por completo el bocado de poder. Cascos se autodefinía como un “doberman”, aunque yo creo que estos tipos son más bien como bull dogs, es decir, que al morder se les encajan las mandíbulas y no las abren ni con escoplo. El bocado de poder, el sabroso mordisco, la sonrisa de caimán que tritura, y desgarra, que mastica y hasta escupe, la boca que vomita espumarajos, que arremete verbal, o físicamente, y luego se sorprenden en forma teatral de que la gente le rechace. La boca que todo lo muerde, o sea, como el ojo del Gran Hermano, pero en plan tubo digestivo, que da más grima.

Han luchado hasta el final, estaban dispuestos a que se anulasen los votos provenientes de Venezuela, que ya se sabe que allí manda un comunista, y espérate que no me chive a papá Bush y te invadan a ti también, para que te enteres. Han luchado y han perdido, aunque todavía les queda el lado oscuro, la técnica postelectoral, lo que en términos de gabinete de comunicación, o Miguel Ángel Rodríguez’s way, se llamaría ingeniería parlamentaria. O sea, lo que hicieron en la Comunidad de Madrid, que habiendo dinero de por medio, siempre es factible encontrar un sociata corrupto, un Tamayo dispuesto a vender su primogenitura por 1500 millones, que total, es lo que nos quitamos de pagar de la declaración de la renta gracias a las buenas artes del gestor.

Al final perdieron, pero por poco, al final hubo que arrancarlos de las piedras gallegas, de las lajas, al final se convirtieron en lampreas, en moluscos fundidos a la roca, al final a Fraga habrá que sacarlo de allí con cama y todo, porque las sábanas se le han pegado, pero no por el sueño, que también, sino por las secreciones propias de la edad y la mala leche.

Fraga saldrá a la Praza do Obradoiro arrastrándose y blasfemando, dejando jirones de sí mismo en las esquinas góticas de Fraguel Rock. Fraga se va y nos quedarán sus exabruptos, sus salidas de tono, sus insultos. A Fraga, aunque se marche, habrá que expulsarlo mucho tiempo después mediante exorcismo, o conxuro, y su rostro deformado por la bilis y el vómito verde quedará grabado de forma indeleble en las columnas románicas de la catedral de Santiago, como el ectoplasma del franquismo que todavía recorre la España demediada.

Fraga ha sido una enfermedad, un virus, un mal que ha aquejado primero a la sociedad española, y luego a la gallega. En Fraga han convivido el padre padrone, el general, el cura corrupto, el cacique, el soldado de Cristo, el dictador. Fraga ha sido un trozo de guerra, Fraga es el resto vivo, o casi, del conflicto, Fraga es lo que queda del túnel. Fraga ha sido la familia de Pascual Duarte, empeñada en demostrar su propia existencia después de que a Pascual le pasaran por el garrote vil.

Fraga, leyenda gris de la España negra, vampiro en una Transilvania atlántica y lluviosa, Fraga, o el relente nocturno, la rebeca, don Manuel, abríguese que chove, Fraga fue el chamán de la Galicia Caníbal de la que hablaba Antón Reixa, Fraga fue el gran dictador, o lo hubiera sido si no se hubiera cruzado en su camino un tal Franco, que mandaba más, carallo.

Fraga es una caricatura, una broma pesada, un esperpento, y nadie tendría que haberlo tomado nunca en serio, porque cuando se comienza a dar crédito a los que gritan mucho, se les termina entronando. Y luego llegamos a situaciones como esta, grandes chamanes de la tribu apoltronados durante siglos en los wáteres de su poder, agitando la escobilla como si fuera un cetro, diciendo una chorrada tras otra, como la última de que a una mujer no puede preguntársele con cuántos se lo monta, y jaleados por una turbamulta atrapada en el enigma de la docilidad, (con permiso de García Olivo).

Fraga, corazón, aplícate el cuento, y sigue los consejos de ese otro insigne paisano tuyo, censor del régimen y premio Nobel de Literatura, sigue sus instrucciones y vete a morir a Benidorm, entre las ruinas de tu inteligencia y a la sombra de las muchachas en flor, que a lo mejor de tanto verte cerca empiezan a enterarse de con quién se acuestan. Más que nada como medida profiláctica.

Antonio López del Moral

Thursday, May 26, 2005

No one is inocent

La sorpresiva y sorprendente detención de Arnaldo Otegi me induce a algunas reflexiones. ¿Por qué de pronto un juez ordena su encarcelamiento y le impone una multa de 300.000 euros alegando “indicios de pertenencia” y de portavocía” de ETA, cuando Otegi lleva tantos años ejerciendo ese supuesto “cargo” y hasta la fecha a nadie se le había ocurrido procesarle? ¿Por qué si no hay ninguna prueba que le relacione siquiera tangencialmente con ninguna acción violenta? ¿Por qué detenerle justo en medio de un acercamiento de posturas, en mitad de un diálogo con la banda terrorista? ¿Por qué precisamente ahora, cuando después de tantos años, se comenzaba a hablar del abandono de la lucha armada?

Como en política no existe la inocencia, siquiera interrumpida (ya dijo hace muchos años Ronald Biggs, el ladrón del tren de Glasgow, aquello de que “no one is inoccent”), habría que analizar las motivaciones ocultas de cada personaje de la historieta. Los jueces por ejemplo. La justicia en España es independiente, es decir, no está ligada a ningún partido político, pero en la práctica el Consejo General del Poder Judicial es un órgano eminentemente conservador, en el que sus tres cuartas partes están formadas por magistrados de ideología poco o nada progresista. ¿Esto quiere decir que esos jueces vayan a tomar decisiones que beneficien a un partido de derechas? No. Simplemente quiere decir que, en su fuero interno, desde luego, probablemente estén en contra de los últimos movimientos del gobierno hacia un diálogo con ETA, y que en más de una ocasión quizá hayan pensado en la forma de torpedearlo.

O sea, que nadie es inocente, de nuevo Ronald Biggs, y ahora examinemos las acciones del Partido Popular desde que perdiera las elecciones del 14 de Mayo. Las algaradas en el congreso crecen día a día, la bronca se ha convertido en la tónica predominante, y los argumentos reflexionados se van sustituyendo cada vez más por la estrategia del acoso y derribo. Ya se coreó entre los militantes del PP cuando Rajoy salió a reconocer su derrota en Génova aquello de “tranquilo, Mariano, que en dos años les echamos”. Parece que están decididos a conseguirlo, y tampoco da la impresión de que vayan a escatimar en medios. No quiero dar la brasa otra vez con lo de las elecciones de la Comunidad de Madrid, en las que circularon tres mil millones de pesetas procedentes de empresarios de la construcción afines al PP, no quiero repetir siempre que la derecha no está acostumbrada a perder y por eso cuando no consigue las cosas por las buenas, lo intenta por las bravas (y aquí, a dos euros la respuesta, citemos acciones violentas propiciadas por las clases favorecidas cuando perciben que pueden perder sus privilegios tradicionales). No quiero salir de nuevo con todo eso, pero no me digan que el PP, desde que está en la oposición, no ha convertido ésta en puro hooliganismo, y el Congreso en una versión extreme violence de Tómbola, o sea, tú grita, insulta o insinúa, que ya vendrá quien limpie la mierda.

Nadie es inocente, desde luego, la culpa forma parte de la cultura judeocristiana, y eso lo ha entendido también a la perfección la iglesia, que desde los púlpitos continúa llamando día a día a la rebelión, o sea, objeción de conciencia, que la objeción, cuando les interesa, es cristiana, ya ves tú (igual que la conciencia). No quiero decir que eso también forme parte de la estrategia de acoso y derribo, en dos años les echamos, pero teniendo en cuenta que las jerarquías católicas se sienten agredidas por las decisiones tan “injustas” del gobierno (esos pasotes de permitir que los homosexuales se casen o adopten, o de aprobar la investigación con células madre, o de intentar que la escuela laica sea laica de verdad), teniendo en cuenta que el obispado se sentía tan a gustito con el PP, ¿no llama la atención que los curas estén promoviendo con furia oriental esta campaña de movilizaciones anti ZP? En resumen, ¿no parece demasiado poco casual que conforme se intenta avanzar en una dirección tímidamente progresista, de pronto las élites conservadoras, iglesia y judicatura, principalmente, cierren filas y se empecinen no ya en una defensa numantina, sino en un ataque a degüello?

O sea, que no quiero decir que exista una estrategia planificada de tipo maquiavélico (el fin justifica los medios) de utilizar cualquier argumento para conseguir derribar al PSOE, a pesar de que lo parezca. Porque el caso es que lo parece. Da la impresión de que nada les importa, y que los atentados sólo son actos miserables cuando los sufren ellos, y no hace falta recordar que a Pilar Manjón y a otros miembros de la Asociación de Víctimas del 11 M les dijeron desde las filas de los diputados del PP aquello de “meteros vuestros muertos por el culo”. Es cierto que da la sensación de que utilizar el terrorismo con fines partidistas sólo les está permitido a ellos, o sea, que el PP rompe el famoso y cacareado pacto antiterrorista (cuando critican de una forma tan salvaje los intentos de diálogo, en lugar de cerrar filas y apoyar las decisiones del Ejecutivo, como establece el pacto) y luego acusa a los demás. Es cierto que lo parece, pero no vamos a insistir en ese tema. No quiero decir que a pesar de todos esos indicios, el PP esté intentando recuperar a costa de lo que sea el poder perdido, pero una persona con algo de malicia, como la que ellos se supone que no tienen, pensaría que la detención de Otegi forma parte también de ese cuidadoso plan. Es decir, ordenamos el encarcelamiento desde la judicatura (recordemos que se trata de un órgano conservador) del supuesto portavoz de los malos, provocamos que el Ejecutivo no tenga más remedio que apoyar, por supuesto, esta acción, y torpedeamos así en plena línea de flotación el proceso de diálogo. Las conversaciones quedan rotas, y si encima en un par de días se produce un atentado salvaje, miel sobre hojuelas, que ya que ETA no nos lo dio el 11 M, hombre, por Dios, que nos lo de ahora, que ya nos hace falta.

No son más que elucubraciones, desde luego, pero uno, que ya empieza a estar hasta la coronilla de toda esta farsa de curas, meapilas, casposos, banqueros enfervorecidos y diputados de pelo en la dehesa, uno cree que tampoco resulta tan descabellado, y que ojalá que no pase nada, no sólo por las posibles víctimas, sino por la cara de satisfacción que se le iba a quedar a más de uno de ellos.

Antonio López del Moral Domínguez

Wednesday, April 20, 2005

Ratzinger Zeta: el rottweyler de Dios

La elección del tal Benedicto, antes Ratzinger Zeta para los coleguitas, encaja perfectamente dentro de la línea de la cosa católica de los últimos años. ¿Por qué lo llaman revolución conservadora cuando quieren decir fundamentalismo? Todo vendrá seguramente de mucho más atrás, pero sin ánimo de remontarme demasiado, pienso que empezó con la reacción a los conatos revolucionarios de mayo del 68, ya saben neo anarquismo, los hippies, las drogas, amor libre y por ahí, eso que se había producido, a su vez, como reacción a la guerra de Vietnam y un tal Nixon. Revolución – reacción, lo de siempre, sólo que desde hace algunos años las revoluciones que se producen son como de cachondeo, pero las reacciones, en cambio, son de armas tomar.

La Iglesia nunca se ha caracterizado por su aperturismo, a no ser que consideremos un avance fundamental el que desde hace cinco siglos hayan dejado de quemar viva a la gente en la hoguera. La Iglesia conserva, fija y no sé si da esplendor, la iglesia brilla en sus catedrales pulidas y rutilantes, pero bajo las sotanas se descompone lentamente el semen retenido, poluciones nocturnas a la luz del día, sobre altares de ámbar, que no es otra cosa que el semen de las ballenas (otros bichos grandes que se mueven lentamente). Si el otro, el polaco, arremetió durante su mandato contra el condón, el amor libre, el comunismo, la píldora, los homosexuales, la iglesia de la liberación, etcétera, etcétera, ¿qué no hará este, que encima dicen que es un intelectual (supongo que en la línea de Guillermo de Ockham, ya saben, el del Poder Absoluto de Dios)?.

A Ratzinger Zeta, el rottweiler de Dios, tampoco es que le queden muchos enemigos contra los que lanzar sus puños o martillos de herejes, porque de lo del comunismo, el sexo, las drogas y el rock’n roll ya se había ocupado el polaco, así que supongo que se dedicará a arremeter, sin paños calientes, a las claras, contra aquellos que disientan de las doctrinas oficiales. Agarraos los machos, Fideles, Hugoschávezes, Zapateros, Lulasdasilvas y otras especies comunista-pseudoprogresistas del mundo, que ha llegado el momento del llanto y el crujir de dientes.

Tiene un careto el tal Benedicto que es que da miedo, coño, y luego, cuando hurgas un poco en su currículo y descubres que en su juventud fue nazi, ya es que te vas por las pencas. En la juventud se hacen muchas chorradas, ya se sabe, los hay que jugaron al fútbol y ahora anuncian viagra, unos fueron borrachos antes de asesinos, como Bush, otros falangistas antes de imbéciles, como Aznar, que escribía artículos incendiarios contra la democracia en no sé qué periódico, o como el mismo Bono, que va y dice que es que entonces todo el mundo lo era (tócate el escroto), pero hombre, lo de nazi - nazi, es que está como muy mal visto. Si por lo menos hubiera sido sólo fascista, como Berlusconi, como Franco, ahora sus familiares o descendientes directos (que los tendrá, nunca digas que este cura no es mi padre), andarían por los programas del corazón reivindicando la figura del dictador, y sus seguidores, en lugar de esconderse vergonzosamente, se dedicarían a pegar palizas a “gentuza” como Santiago Carrillo (comunista antes de socialdemócrata) y a protestar por la retirada de los símbolos del régimen.

Que sí hombre, que este tipo representa el conservadurismo sin complejos de la Thatcher, pero con fundamento, o sea, un poquito de San Agustín, un poquito de San Pablo, la Biblia en verso y el Manifiesto Comunista como anatema, hay que quemar libros, que la lectura es perniciosa, y ya que no podemos echar otra vez a Galileo a la hoguera, echemos a Karl Marx, para ir abriendo boca. Se avecinan tiempos funestos, amigo Sancho, con la iglesia hemos topado, una nube negra se cierne, un fantasma recorre el mundo, el espantajo, otra vez, de las guerras religiosas, porque, esa es otra, en el Islam hace ya tiempo que van cerrando filas.

Yo es que no termino de entenderlo: la religión organizada es uno de los hechos más lamentables de la historia de la humanidad, es un instrumento de manipulación absoluta y a nivel casi de cromosomas. Lo hemos visto a lo largo de la historia, hemos asistido a persecuciones de uno y otro bando, a tribunales de la inquisición, a monarquías absolutas por derecho divino, a fanáticos que se inmolan en autobuses en el nombre de Dios. Hemos contemplado cómo estos irresponsables (por no llamarlos asesinos, claramente), predican la abstinencia frente al condón en los tiempos del SIDA, hemos asistido al espectáculo de su opulencia vaticana frente a la miseria del tercer mundo, los hemos visto celebrar misa con dictadores, pasear bajo palio con asesinos, decir las mayores barbaridades, eso sí, en tono melifluo y suave, no vayamos a alzar la voz. Han predicado la hipocresía desde el púlpito, son los especialistas de las virtudes públicas y los vicios privados, con esta mano te condeno y con la otra te masturbo en las penumbras en flor de los seminarios polvorientos.

Han callado cuando había que gritar, y vociferan cuando deberían eclipsarse, en los momentos de tímido avance social. Han silenciado a los distintos, y crucifican una y otra vez a los que predican la justicia, a los que echan del templo a latigazos a los mercaderes del tafilete y la chistera. Son los abanderados del olor a cera, de la canción alegre, de la paloma y la túnica blanca. Son los gonfalonieros de las formas, porque lo único que les interesa es mantener las apariencias, que no cambie el orden de cosas establecido, que se mantengan las estructuras de poder, que ya dijo Jesucristo eso de “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Qué pena que con lo único que se hayan quedado de sus palabras haya sido con esa frase equívoca.


Lo sabemos, sí, y a pesar de ello, la gente continúa apoyando con su presencia y sus rezos la continuidad de estas mafias organizadas. ¿Qué es lo que le pasa al ser humano? Entiendo la necesidad del hecho religioso a nivel individual (no es más que la sublimación o emulsión emocional del miedo a la muerte), pero, ¿qué es lo que hace que una persona mentalmente sana se entregue a estas bacanales de sinrazón? Hombre, puestos a elegir drogas (opios del pueblo), yo creo que hay otras que resultan más placenteras. Y no me vengan con lo de que son caras, coño, que por lo menos en Occidente la gente que apoya la iglesia son de lo más pudiente que hay.



Antonio López del Moral

Monday, February 21, 2005

Un domingo cualquiera

Algo huele a podrido en la cosa constitucional, algo huele a podrido, y yo no he sido, algo apesta, algo hiede, algo perturba la hilarante y gazmoña celebración, algo deja un poso de amargor y lejanía, de cansancio y cachondeo, de carcajada breve, o rota, o descompuesta. Se nos rompió el amor, de tanto usarlo, se nos quebraron las urnas de cristal, urnas que no guardan papel, sino cenizas, urnas vacías de sentido y lluvia. Nos quedamos en casa los hastiados, los descreídos, los lúcidos, los otros, salimos a pasear nuestro cansancio por las calles vacías de la historia, corrimos, amor, tan de la mano, a buscar patatas fritas y refrescos, mas los chinos, joder, siempre los chinos, nos cerraron las puertas de sus tiendas.

Madrid era una ciudad vacía, tan vacía que casi parecíamos estar en una final de fútbol, y no en una cosa pseudodemocrática, como esta. En Madrid soplaba el viento frío de febrero y lucía el sol helado de la ausencia. Un domingo cualquiera, una quietud, un día de fiesta sin festejos. No servían vermús en las terrazas, ni panchitos en los bares desolados, las televisiones ofrecieron su basura, la mierda que devoramos entre horas, el tiempo se nos fue escurriendo entre los dedos, y esa tarde, corazón, no hicimos sexo, no nos besamos por las sombras de la casa, no nos perseguimos desnudos por los parques, porque hacía tanto frío, coño, que cualquiera se despelotaba en Madrid.

El frío, el frío, esto es Europa. Ahora, mientras escribo, luce el sol y está nevando, y esa curiosa contradicción, esa bella tautología, me parece que simboliza bien el cadáver exquisito que se oculta en la trastienda de la cosa constitucional. Tenemos que sacar ese cadáver del armario, tirar de su mano podrida y pesarosa, la mano de un obispo que se deja besar, la mano regordeta del gerente que, mientras te despide, te la ofrece blandamente para que la estreches, porque tampoco es cuestión de perder las formas.

La mano que mece el producto, la mano negra que escribe, o que no escribe. Porque tampoco hay mucho que escribir, o sea. La constitución es una estafa, ya se ha dicho aquí, la constitución sólo es la consagración de la primavera, pero no la de Praga, sino la de Wall Street, o Londres, o París, o la Pasarela Cibeles, que viene a ser lo mismo. La constitución nos constituye no como ciudadanos, sino como mano de obra barata e intercambiable, la constitución se ilumina con la pira funeraria del sindicato, de la asociación, del trabajador, de la jornada de ocho horas, la constitución se escribe a medida del empresario, o sea, no le añada muchas normas, que como me las voy a terminar saltando todas, tampoco es plan de ponerle puertas al campo.

Así que todo el mundo contento con la farsa, nos cargamos los nacionalismos, tan del siglo XIX, nos merendamos las conquistas sociales, los avances, establecemos el macromercado globalizador y el que venga detrás que arree, cada perro que se lama su cipote, y marica el último. Es lo que tiene el capitalismo salvaje, cuentan los beneficios, los resultados, y todo lo demás sólo es adorno, la espuma de los días, el chocolate en casa Hansselman del que hablaba Roseta Loy, que situaba su historia en la Segunda Guerra Mundial, pero que tampoco tiene mucha importancia.

Prietas las filas, constituido un estado burocrático, con su constitución y todo, que refrende el status quo empresarial, lo próximo es la creación de un gran ejército que contribuya a defender las fronteras y ya puestos, a declarar un par de guerritas, que siempre hay países tercermundistas susceptibles de convertirse en amenazas para la paz mundial, usted sólo dígame de qué recursos naturales, petróleo, o cualquier otra cosa, dispone, que las balas y las bombas las pongo yo. El ejército, la policía, y ya estamos todos, y mucho ojo con desmadrarse, que ya me ocuparé después de que las fotos de la paliza no salgan en los periódicos. Porque esa es otra, la concentración de empresas también afecta a los medios de comunicación, así que para qué queremos más: constitución única, moneda única, estado único y pensamiento único. El estado uniformizador, oséase, qué guay.

Madrid estaba vacío, el sol y el soplo helado de febrero lo arrasaron todo, como un viento nuclear. Fuimos esta vez mayoría, amor, fuimos más los que no quisimos votar, los que nos negamos a participar en esta farsa, pero la sacaron adelante, con menos de un tercio de los votos. La refrendaron, la aceptaron, la pusieron cruda para cenar, en el telediario de las nueve, otra fiesta de la democracia. Una fiesta sin orgasmo, sin alcohol, sin alborozo, una movida triste de febrero, una tristeza post coital, un polvo seco, una sonrisa amarga, otra mentira. Se empeñan en que participemos, se obsesionan con que estemos felices, corazón, y que convirtamos en un día especial, con nuestra aceptación bovina, lo que sólo fue, a pesar de todo, un domingo cualquiera, pero volviendo a Hamlet, como decía al principio, algo huele a podrido en todo esto, y quizá la cuestión se reduzca a lo que decía aquel príncipe shakesperiano: ser, o no ser. Yo es que, francamente, no me veo.


Antonio López del Moral Domínguez

Thursday, January 13, 2005

La lógica del cash flow

Coincide la famosa campaña para promocionar el referéndum de la cosa europea con más curiosos asuntos, como el ya casi pasado de moda maremoto del Pacífico (es lo que tiene la globalización mediática: que todo lo frivoliza, e induce al olvido), y con ese otro maremoto político que ha causado casi los mismos muertos y que, sin embargo, no provoca ya tanto revuelo: el reconocimiento oficial del gobierno de Bush de que no había armas de destrucción masiva en Irak. Nos mintieron, amor, ya lo sabíamos, nos engañaron como a ovejas, nos arrastraron a una guerra en la que sólo ellos creían, y masacraron a los niños, y a las madres, y destruyeron las escuelas, y las calles, y anegaron la región en sangre y ruinas, y ahora se empeñan en meter a presión, con calzador y si hace falta a tiros, esa burla de las elecciones, o sea, escoja usted entre los candidatos que yo le diga, elija, elija, que no se diga que en Irak ahora no hay libertad, hombre, por Dios.

Creo que hace falta ser muy ingenuo, por decirlo de alguna manera, para tragarse esa bola de sangre y mentira, creo que sólo desde el desconocimiento, la ignorancia, la mala fe o el dejar pasar se pueden aceptar como válidos planteamientos semejantes. Resulta que a los poderosos, que siempre se habían opuesto a ella, ahora se les llena la boca hablando de democracia y elecciones, que participe el pueblo, que no se diga, que voten, que voten, poder popular, libertad sin ira, escoja usted su candidato, y luego compre un frasquito de colonia, porque yo lo valgo y porque usted patrocina estos comicios.


Pero volvamos a lo de Irak. ¿Con qué argumento justifican ahora el que Sadam esté en Guantánamo? Sadam es un hijo de puta, es el hijo de puta que gaseó a los kurdos, pero no nos engañemos, más cabrón es Pinochet, y ahí lo tienen, al pobrecito, que no lo quieren juzgar porque está muy mayor, el hombre, aunque luego se levante de la silla de ruedas, como Lázaro, que regresó de entre los muertos, o algo así. Pero los muertos de verdad no resucitan, ni al tercer día ni la noche del juicio final, los muertos de verdad, los olvidados, se pudren en fosas comunes de cal viva y sangre seca. De hijos de puta esta lleno el panorama mundial, y no se salva nadie que tenga poder, porque ya decía no sé quién que el poder corrompe. Si todos los hijos de puta tuvieran que estar en la cárcel, Aznar, Bush, Blair y Berlusconi irían los primeros, por asesinos, por mentirosos, por ladrones que declararon una guerra para robar petróleo. El problema es que mientras un hijo de puta persigue a otro, nos dejamos por el camino a cien mil muertos, y luego el hideputa defenestrado se sale por la tangente con un quítame allá esos juicios y amnistías.


Pero quizá para que olvidemos, nos salen ahora con la puñetera campaña, que si la Europa de la solidaridad, que si todos juntos, y aparecen Iñaki Gabilondo, y Loquillo, y otras personalidades y/o artistas más o menos comprometidos, y nos piden que votemos. Voten, voten lo que sea, pero voten, participen, que eso es la democracia.

Yo creo que estas elecciones sólo son otra farsa más. El estado europeo, si se termina por crear, prescindirá de los ciudadanos, como acaban por prescindir todos los estados. El estado moderno, el estado neoliberal, o sea, sigue las tendencias de la moda, y se apunta al rollito anoréxico. Quiero decir que pesa cada vez menos, y se limita no ya a ser un gendarme de la economía, como preconizaban Adam Smith y otros popes del liberalismo, sino a simplemente existir, cobrar impuestos, otorgar prebendas y concesiones a empresas afines, regalar los servicios públicos a esas empresas, venderlo todo, quitarse responsabilidades de encima y presentarlo después todo muy bien envuelto y acicalado.

El estado moderno es un producto más de márketing, igual que los partidos políticos, el estado moderno no tiene fuerza para parar los pies a las empresas, que le dicen cómo legislar (o si no vean el rapapolvo que le han echado los empresarios al de economía, ese –poco- solvente Solbes). El Estado moderno no construye carreteras, sino que subcontrata con algún amiguete, el Estado moderno no educa, no arregla los desconchones y las goteras de los colegios públicos (allí sólo van inmigrantes) sino que subvenciona los centros privados de sus sectas religiosas afines. Y cuando digo Estado no me refiero sólo al Estado central, que tiene cada vez menos peso, sino también a esos estados vicarios autonómicos, esas delegaciones regionales que crean la falsa sensación de independencia, oiga, que con las competencias transferidas, es que esto se parece cada vez más al federalismo.

Al Estado moderno, decía, todo eso le trae sin cuidado, porque en la onda neoliberal, los que mandan son los consejos de administración de las empresas. ¿o es que hay alguien que dude que en este país tiene más capacidad de decisión Emilio Botín (gran apellido para un banquero) que el presidente del gobierno?

Así que en este orden de cosas no deja de tener su lógica la cuestión de la guerra. Si de los servicios públicos se ocupan las empresas, si del bienestar del ciudadano se tiene que preocupar él mismo (cada perro que se lama su cipote, como decía Cela), ¿qué le queda al estado? La guerra. El estado necesita guerra, porque es una de sus razones de ser.

Me pareció muy significativa esa escena que recalca Michael Moore en su película Fahrenheit, en la que, cuando se produce el ataque contra las torres gemelas, Bush se reúne inmediatamente con su gobierno. Pero su gobierno... ¡son cuatro!: Condoleeza Rice, Colin Powell, Donald Rumsfeld y él mismo. El famoso estado de Estados Unidos, en pleno, el destino del mundo en manos de esos cuatro siniestros personajes, el acabóse.


Así que no me vengan hablando de democracia. Democracia no es votar para que las decisiones las tomen los cuatro fantásticos de turno. Democracia no es ir reduciéndolo todo y focalizándolo hacia una cosa central y lejana y difusa llamada estado. Democracia, si es que eso fuera posible, sería participar, protestar, implicarse, asociarse, pelear las cosas, derribar a los poderosos, porque el concepto de poderoso es opuesto al de democracia. Hay quien opina que esto no es posible, que no se puede estar todos los días a pie de calle, y que es mejor delegar y que sean otros los que tomen las decisiones. El problema es que al final las decisiones se diluyen, se terminan por asumir por intereses económicos, empresariales, privados o espúreos, y si el estado es muy fuerte, malo (no vamos a hablar aquí de las dictaduras), pero si son cuatro gatos, o ese simple gendarme de la teoría liberal, peor, porque entonces llegamos al todo vale, la ley del más fuerte, la dictadura del consejo de administración, y la lógica del cash flow.


Pensaba votar que NO a esa Europa del capital, pero creo que ni siquiera voy a participar en la farsa. Me niego a refrendar, siquiera con mi negación, el montaje de un macroestado tan alejado de la realidad, me niego a colaborar en la creación del gran parque temático de los bancos, las corporaciones financieras y las multinacionales, esta especie de costa polvoranca en la que en las enormes discotecas nos venderán el éxtasis adulterado del consumo, el escaparate y el “Europa va bien”, mientras a las puertas los desarrapados se ahogan sobre pateras de sangre y mentira.

Creo que la humanidad, a estas alturas de la película, debería ser capaz de articular una alternativa, una sociedad diferente, por supuesto sin clases, aunque no me voy a meter ahora en ese tema, que luego me dicen que doy la brasa con Bakunin. El estado moderno, inventado en la edad media por los reyes y sus cortes de palafreneros que freían a impuestos al pueblo y que te quemaban en una hoguera a la que te descuidabas, está ya superado por la historia y la realidad. El Estado moderno apesta, al Estado moderno le sobran las empresas y los bancos, pero también los votos y las elecciones, por irrelevantes, y le falta contacto con la calle. O sea, que a lo mejor lo que sobra es el Estado. En fin, creo que hay que buscar formas diferentes de organización, hay que pensar, hay que debatir, hay que participar y no quedarse fuera. Mientras tanto, que voten ellos y que les vote quien se trague el cuento.

Antonio López del Moral