La elección del tal Benedicto, antes Ratzinger Zeta para los coleguitas, encaja perfectamente dentro de la línea de la cosa católica de los últimos años. ¿Por qué lo llaman revolución conservadora cuando quieren decir fundamentalismo? Todo vendrá seguramente de mucho más atrás, pero sin ánimo de remontarme demasiado, pienso que empezó con la reacción a los conatos revolucionarios de mayo del 68, ya saben neo anarquismo, los hippies, las drogas, amor libre y por ahí, eso que se había producido, a su vez, como reacción a la guerra de Vietnam y un tal Nixon. Revolución – reacción, lo de siempre, sólo que desde hace algunos años las revoluciones que se producen son como de cachondeo, pero las reacciones, en cambio, son de armas tomar.
La Iglesia nunca se ha caracterizado por su aperturismo, a no ser que consideremos un avance fundamental el que desde hace cinco siglos hayan dejado de quemar viva a la gente en la hoguera. La Iglesia conserva, fija y no sé si da esplendor, la iglesia brilla en sus catedrales pulidas y rutilantes, pero bajo las sotanas se descompone lentamente el semen retenido, poluciones nocturnas a la luz del día, sobre altares de ámbar, que no es otra cosa que el semen de las ballenas (otros bichos grandes que se mueven lentamente). Si el otro, el polaco, arremetió durante su mandato contra el condón, el amor libre, el comunismo, la píldora, los homosexuales, la iglesia de la liberación, etcétera, etcétera, ¿qué no hará este, que encima dicen que es un intelectual (supongo que en la línea de Guillermo de Ockham, ya saben, el del Poder Absoluto de Dios)?.
A Ratzinger Zeta, el rottweiler de Dios, tampoco es que le queden muchos enemigos contra los que lanzar sus puños o martillos de herejes, porque de lo del comunismo, el sexo, las drogas y el rock’n roll ya se había ocupado el polaco, así que supongo que se dedicará a arremeter, sin paños calientes, a las claras, contra aquellos que disientan de las doctrinas oficiales. Agarraos los machos, Fideles, Hugoschávezes, Zapateros, Lulasdasilvas y otras especies comunista-pseudoprogresistas del mundo, que ha llegado el momento del llanto y el crujir de dientes.
Tiene un careto el tal Benedicto que es que da miedo, coño, y luego, cuando hurgas un poco en su currículo y descubres que en su juventud fue nazi, ya es que te vas por las pencas. En la juventud se hacen muchas chorradas, ya se sabe, los hay que jugaron al fútbol y ahora anuncian viagra, unos fueron borrachos antes de asesinos, como Bush, otros falangistas antes de imbéciles, como Aznar, que escribía artículos incendiarios contra la democracia en no sé qué periódico, o como el mismo Bono, que va y dice que es que entonces todo el mundo lo era (tócate el escroto), pero hombre, lo de nazi - nazi, es que está como muy mal visto. Si por lo menos hubiera sido sólo fascista, como Berlusconi, como Franco, ahora sus familiares o descendientes directos (que los tendrá, nunca digas que este cura no es mi padre), andarían por los programas del corazón reivindicando la figura del dictador, y sus seguidores, en lugar de esconderse vergonzosamente, se dedicarían a pegar palizas a “gentuza” como Santiago Carrillo (comunista antes de socialdemócrata) y a protestar por la retirada de los símbolos del régimen.
Que sí hombre, que este tipo representa el conservadurismo sin complejos de la Thatcher, pero con fundamento, o sea, un poquito de San Agustín, un poquito de San Pablo, la Biblia en verso y el Manifiesto Comunista como anatema, hay que quemar libros, que la lectura es perniciosa, y ya que no podemos echar otra vez a Galileo a la hoguera, echemos a Karl Marx, para ir abriendo boca. Se avecinan tiempos funestos, amigo Sancho, con la iglesia hemos topado, una nube negra se cierne, un fantasma recorre el mundo, el espantajo, otra vez, de las guerras religiosas, porque, esa es otra, en el Islam hace ya tiempo que van cerrando filas.
Yo es que no termino de entenderlo: la religión organizada es uno de los hechos más lamentables de la historia de la humanidad, es un instrumento de manipulación absoluta y a nivel casi de cromosomas. Lo hemos visto a lo largo de la historia, hemos asistido a persecuciones de uno y otro bando, a tribunales de la inquisición, a monarquías absolutas por derecho divino, a fanáticos que se inmolan en autobuses en el nombre de Dios. Hemos contemplado cómo estos irresponsables (por no llamarlos asesinos, claramente), predican la abstinencia frente al condón en los tiempos del SIDA, hemos asistido al espectáculo de su opulencia vaticana frente a la miseria del tercer mundo, los hemos visto celebrar misa con dictadores, pasear bajo palio con asesinos, decir las mayores barbaridades, eso sí, en tono melifluo y suave, no vayamos a alzar la voz. Han predicado la hipocresía desde el púlpito, son los especialistas de las virtudes públicas y los vicios privados, con esta mano te condeno y con la otra te masturbo en las penumbras en flor de los seminarios polvorientos.
Han callado cuando había que gritar, y vociferan cuando deberían eclipsarse, en los momentos de tímido avance social. Han silenciado a los distintos, y crucifican una y otra vez a los que predican la justicia, a los que echan del templo a latigazos a los mercaderes del tafilete y la chistera. Son los abanderados del olor a cera, de la canción alegre, de la paloma y la túnica blanca. Son los gonfalonieros de las formas, porque lo único que les interesa es mantener las apariencias, que no cambie el orden de cosas establecido, que se mantengan las estructuras de poder, que ya dijo Jesucristo eso de “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Qué pena que con lo único que se hayan quedado de sus palabras haya sido con esa frase equívoca.
Lo sabemos, sí, y a pesar de ello, la gente continúa apoyando con su presencia y sus rezos la continuidad de estas mafias organizadas. ¿Qué es lo que le pasa al ser humano? Entiendo la necesidad del hecho religioso a nivel individual (no es más que la sublimación o emulsión emocional del miedo a la muerte), pero, ¿qué es lo que hace que una persona mentalmente sana se entregue a estas bacanales de sinrazón? Hombre, puestos a elegir drogas (opios del pueblo), yo creo que hay otras que resultan más placenteras. Y no me vengan con lo de que son caras, coño, que por lo menos en Occidente la gente que apoya la iglesia son de lo más pudiente que hay.
Antonio López del Moral
Wednesday, April 20, 2005
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