Saturday, June 05, 2004

Contra okupación, huelga revolucionaria

Lo que está haciendo Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid que preside no es que roce ya el desacato o la gilipollez, es que la inhabilita democrática y políticamente para seguir ejerciendo el cargo que okupa. Y digo okupa, sí, con "k", porque no se puede definir de otra forma el asalto al poder que esta señora (por llamarla de alguna manera) protagonizó el pasado otoño junto a sus mamporreros de partido, apoyada, eso sí, por los cuatro empresarios de la construcción que sacaron tajada del asunto. O quizá debiera decir más bien tejada.

No les basta a estos fundamentalistas del Opus Dei con dinamitar literalmente la escuela pública en las comunidades que gobiernan, no les basta con ir reduciendo cada vez más los presupuestos y las dotaciones de los centros públicos, con ir haciendo la vista gorda ante los gravísimos problemas de infraestructuras, de equipamientos, de necesidades docentes, de plazas de alumnos, no les basta con ir convirtiendo las escuelas públicas en ghettos hacia los que sistemáticamente derivan a los inmigrantes, sectores sin recursos y bolsas de marginación, fundamentalmente población gitana, no les basta con subvencionar centros privados de filiación católica más o menos encubierta en lugar de destinar ese dinero a mejorar el patrimonio común, no les basta con olvidarse de solucionar los problemas de transporte que sufren los niños que no han podido encontrar plaza en un colegio cercano a su domicilio y se ven obligados a matricularse en uno de otro barrio, no les basta con encogerse de hombros cuando la evidencia de que hacen falta más centros les cae sobre la mesa, no les basta con todo esto, no. Encima ahora se niegan a aplicar una decisión del Gobierno central que deroga esa ley clasista, retrógrada y nacional católica de "Calidad de la Enseñanza". ¿Pero qué coño está pasando aquí?

Resulta que, cuando hace unos meses, el vasco Ibarretxe dijo que iba a convocar un referéndum de autodeterminación (derecho, por cierto, recogido en la Carta de las Naciones Unidas), las falanges del PP se le echaron encima diciendo que vulneraba la sacrosanta Constitución, que el referéndum sería "ilegal", etc, etc, y oye, si los escuchabas con el cerebro desconectado, hasta casi te convencían, dada la vehemencia con la que rechazaban esa posibilidad. Se aferraban con uñas y dientes a la legalidad, te escupían artículos de la Carta Magna y el Código Penal, y se les llenaba la boca hablando de lo muchísimo que perjudica a la idea de "España" el desacato del lehendakari, y llamaban "traidores" a los que le apoyaban, etc.

Pero no sólo eso, es que el PP ha calificado sistemáticamente de "traidor" a todo el que discrepase de su idea de unidad de España, y así, ha insultado a Zapatero cuando, siendo jefe de la oposición, se reunió con Mohamed VI, ha injuriado a Maragall por formar gobierno con una formación republicana, y ha vituperado a los que no les votasen al declarar, más o menos, que fuera del PP todo es caos y disgregación. ¡Que vienen los rojos, que vuelve el caos y la revuelta! Bueno, vale, lo asumimos, forma parte del discurso trasnochado y apolillado de la derechona. Pero ahora resulta que no, que ellos se atreven a discrepar, a plantar cara al gobierno central, a ejercer la insumisión, la rebelión y el plante, ellos se erigen en Fuenteovejunas del siglo XXI, todos a una, ellos dicen que no, que no lo hacen, y si quieres algo, te espero en la calle.

A la derecha, no hace falta recordarlo, la legalidad le importa más bien poco, y nos lo ha demostrado sobradamente a lo largo de la historia, empezando sin ir muy lejos por el golpe de estado del criminal Franco, continuando por la intentona de Tejero, por la imposición del modelo de estado de monarquía constitucional, etc, etc. A la derecha se la trae floja la legalidad, y la democracia sólo le interesa cuando le conviene, es decir, mientras le sirva para alcanzar el poder, que luego, ya instalados en él, pondrán nombres del régimen franquista a las calles y plazas (no debe haber muchos pueblos o ciudades en España donde no quede alguno, y hasta los hay todavía con el yugo y las flechas). A la derecha los homenajes a las víctimas del régimen anterior no le merece más consideración que un capricho folklórico, a la derecha las maneras democráticas le parecen frivolidades, males menores que hay que sufrir para seguir ostentando el cetro, manejando el dinero y viviendo muy bien a costa de los que viven muy mal.

A la derecha no le ha importado nunca disparar, entrar con los tanques en el Congreso, o falsificar votos, como ha hecho en Estados Unidos esa derechona a la americana de Bush. O sobornar con tal de alcanzar sus objetivos, lo cual quedó tan patentemente demostrado en las elecciones de la Comunidad de Madrid que el resultado que arrojaron las urnas en la ilegal segunda vuelta sólo se explica razonando que tenían monumentalmente engañado al pueblo, engaño del que, afortunadamente, comenzó a salir el pasado mes de Marzo.

Ellos dicen ahora que las elecciones generales estuvieron viciadas, que la gente votó condicionada por los atentados. ¿Pero qué nos están contando? ¡Ya está bien, hombre! Ya está bien de manipular, de presentar la realidad según les conviene. En las los comicios de marzo el electorado se quitó la venda de los ojos, cosa que, sin embargo, no ocurrió en los del pasado mes de octubre de la Comunidad de Madrid, en los que, no sólo consiguieron escapar del asunto del soborno sin mancharse de mierda, sino que, encima, lograron que el PSOE apareciese como el gran culpable del asunto. Echar la culpa a la puta y no al putero, como siempre, que los puteros son respetables padres de familia que van a misa, y no hay que convertirlos en piedra de escándalo. ¿No fue eso un caso clarísimo de manipulación?

Pero vale, lo asumimos en su momento, no quisimos crear más polémicas y nos comimos con patatas y sin esperanza a la tal Esperanza. Habíamos asumido que las cosas estaban así, que no se podían cambiar, etcétera. Y, de pronto, las cosas dan un vuelco, sube el PSOE al poder, y esa misma señora que criticaba tanto las manifestaciones contra la guerra y las calificaba de "ilegales", ahora se niega a cumplir una orden del Ejecutivo de su país.

Creo, pues, que el gobierno de la Comunidad de Madrid está inhabilitado para seguir en el poder, que lo está ocupando de forma ilegítima y que cada nueva decisión que continúe tomando en contra de la legalidad será un paso adelante (o atrás) en la involución que todavía sufrimos. Es necesario plantarse y hacer todo lo que esté en nuestra mano para derribarlo. Por eso me permito hacer desde aquí un llamamiento a la huelga revolucionaria en Madrid, una huelga que comience en los sectores de la enseñanza y la educación y que luego se extienda a los otros ámbitos, una huelga cuya finalidad sea, no ya la aplicación de la normativa estatal, sino el derrumbe de este autonómico gobierno fascista que nos mantiene anclados en el pasado remoto de las prebendas, los sobornos, la especulación salvaje y el lavado de cerebro made in Opus Dei. De nosotros depende continuar así o cambiar la realidad.

¡Contra okupación, huelga revolucionaria!


Antonio López del Moral Domínguez